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Superhéroes«Seré  breve». Así es como suele comenzar sus alocuciones nuestro protagonista de hoy. Me permito honrar de esta manera al héroe del día. Me falta su media sonrisa, su caída de ojos y sus trajes elegantes. De momento, le imito  simplemente en su discurso, que no es poco.

Y seré breve porque a estas horas, todos estaréis enterados de lo que es la noticia del día:

El alcalde de Santander y su escolta atrapan a un ladrón en plena huida

Que diga que es la noticia del día no es un hecho al azar, no trato de exagerar a través de una anécdota. A estas horas, a punto de acabar la jornada, las peripecias de Íñigo de la Serna se sitúan como lo más visto en la página web de El Diario Montañés.

El texto, que firma Gonzalo Sellers, no deja lugar a dudas sobre la valentía de nuestro regidor municipal:

A las 14.30 horas del pasado martes, E. F., un delincuente habitual conocido por la Policía Nacional, entró en el establecimiento y segundos después salió con 313 euros en ropa robada bajo el brazo. El dueño de la tienda, al percatarse de lo ocurrido, salió corriendo detrás de él, y los dos emprendieron una persecución por las calles de la ciudad. Pero todavía faltaban por aparecer dos actores protagonistas en esta película.

El alcalde de Santander, Íñigo de la Serna, y su escolta acababan de salir del Ayuntamiento en el coche oficial cuando, a la altura de la calle Cádiz, se fijaron en el joven con chándal y sudadera azul que corría «a toda pastilla», según testigos del suceso, mientras era perseguido, a una distancia de 30 metros, por el dueño de la tienda.

La persecución continuó por las calles Lealtad, Isabel II y, de nuevo, por Cádiz. Ladrón y víctima a pie, y alcalde y guardaespaldas en coche mientras llamaban a la Policía y buscaban un lugar para poder interceptarlo. Tras esos minutos de incertidumbre, el conductor del vehículo oficial se adelantó y lo detuvo junto al Hotel Bahía. Del interior salieron De la Serna y su escolta, que es agente de la policía nacional.

Según los testigos de la escena, el ladrón, al verse acorralado, tiró la ropa al suelo, pero no pudo evitar que el guardaespaldas del alcalde le inmovilizara. Mientras se revolvía en el suelo, el joven increpó al policía: «¡Quítame las manos de encima o vas a tener problemas!». De la Serna le respondió: «No, el problema lo vas a tener tú porque este señor es policía». Y, entonces, el delincuente comenzó a pedir disculpas. El escolta lo llevó posteriormente a Stradivarius donde fue detenido por la Policía.

Algunos de los que vieron la escena desde el coche tocaron el claxon mientras se dirigían al alcalde. «Es que tengo que estar en todo», bromeó De la Serna.

Tanto el ladrón como el propietario de la tienda comparecerán en el juicio rápido que tendrá lugar, presumiblemente, esta semana. Al delincuente no le espera más que una sanción económica al tratarse de una falta -sólo es delito cuando lo robado supera los 400 euros-.

Como os decía, seguramente a estas alturas ya estaréis enterados todos, pero me permito aportaros el texto para para los que no tenéis el gusto de leer El Diario Montañés todos los días. Que haberlos, haylos, me consta.

Varias consideraciones. En primer lugar, ¿cuánta ropa robó ese chico? Como me decía esta mañana una compañera, teniendo en cuenta que estamos en rebajas y que los precios de Stradivarius no son excesivamente prohibitivos, ¿cómo iba de cargado para llevar 313 euros en trapitos?

Más cosas. Para los que no conozcan Santander, desde la tienda de la que estamos hablando hasta el lugar en el que fue detenido el supuesto ladrón habrá, aproximadamente, 260 metros. A pie, tres minutos. Cargado de ropa robada… ¿un poco menos? ¿En coche? Imposible de calcular. Depende del tráfico.

No podemos negar que la noticia tiene su colorido. Una persecución propia de uno de esos programas estadounidenses de Breaking News. El alcalde, el escolta y el conductor, en el vehículo. El ladrón adolescente, corriendo. A pocos metros de él, el propietario de la tienda. En las atestadas aceras del centro, cientos de fumadores presenciando la escena. Impresionante, sin duda. Desde luego, una noticia de portada.

Según se puede leer en el texto, «el conductor del vehículo oficial se adelantó y lo detuvo junto al Hotel Bahía». Según los testigos de la escena, –y sigo citando la noticia–, «el ladrón, al verse acorralado, tiró la ropa al suelo, pero no pudo evitar que el guardaespaldas del alcalde le inmovilizara».

No sé qué me pasa, pero no logro ver por ningún lado la intervención del alcalde. ¿Qué hizo Iñigo de la Serna? ¿Tener guardaespaldas y coche oficial? ¿En serio que esto es una noticia o un chascarrillo?

Aunque para bromas, la del alcalde: «Es que tengo que estar en todo» . Aplausos del público y se cierra el telón de esta comedia bufa. Le faltó decir: «Soy imprescindible para esta ciudad. No podéis vivir sin mi». También en bromas, ¿eh? Por supuesto.

Tras anteriores entregas del Alcalde-Superhéroe, después de su lucha contra Los Villanos de la Tierruca, –léase Agustín Ibáñez, Miguel Ángel Revilla o Dolores Gorostiaga–, tras su enfrentamiento con los molinos de viento cuál Quijote del siglo XXI, El Intocable nos deleita en esta ocasión, con una nueva victoria contra El Imperio del Mal y los Ladrones del Stradivarius. Otra vez, el personaje convertido en noticia.

Pretendía ser breve, pero no lo he conseguido. También pretendía hacer un relato de humor, pero se me ha escapado la mala leche. Igual es que este asunto no tiene ni pizca de gracia.