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La cantidad de periodistas en el mundo es inversamente proporcional a las posibilidades de trabajar dignamente como uno de ellos. Cientos de veces oímos eso que nos hace seguir adelante, mantenemos la esperanza de poder hacer algún día lo que queremos, y lo que sabemos que podemos hace bien. Lo cierto es que más allá de una preparación profesional, el mundo no siempre te recibirá con los brazos abiertos, y luchar por tus sueños requiere de mucho más que fuerza de voluntad. Nacho, es el vivo ejemplo de ello.

Dirección+Producción+Montaje: Charlie Nelson Moreno
Guión: Charlie Nelson Moreno y José Ignacio Chaparro
Fotografía: Charlie Nelson Moreno y Rubén Esperanza
Narración+Interpretación: José Ignacio Chaparro
Coloring+Audio Operador: Andrés Scarioni

El corto que propicia esta entrada es tan bueno y tan sumamente triste que necesita pocos comentarios. Sólo me permito una reflexión al respecto: ¿Quién no se ha sentido así alguna vez en su vida? Que conste que no hablo solamente de periodistas, sino de cualquiera que tenga un sueño, una ilusión, una vocación a la que quiere dedicar su tiempo. ¿Haces algo para salir de la espiral? Va siendo hora.

La voz dormidaLa voz dormida es otra película española que habla de la Guerra Civil. Además, y como pasa siempre, la adaptación cinematográfica es mucho peor que la obra literaria original. Es una cinta oscura, excesivamente lacrimógena, que busca hacer sentir mal al espectador desde el primer minuto. Si vas a verla, lleva pañuelos de papel y prepárate para escuchar a tu alrededor un concierto de suspiros, sollozos y sonar de mocos.

Hasta aquí los tópicos, porque si dejamos a un lado los recursos cinematográficos del director Benito Zambrano podremos establecer las prioridades y reconocer en su justa medida la fuerza de una historia que hace pensar.

La realidad es que la simple presencia de María León en pantalla y su interpretación de la Pepita tierna, ingenua y humilde que escribió Dulce Chacón en su libro merece la pena. Su mirada despierta, su inocencia y su generosidad brillan en un papel que la convierte en una heroína anónima y en una de las grandes sorpresas de la cartelera actual. Sus apariciones permiten tomar aire en una película pensada para que el público no encuentre motivos para la esperanza.

Me quedo con la actriz sevillana y con la potencia del relato. Una palabra que está de moda y que nos sirve para recordar que siempre hay vencedores y vencidos. Algunas de las personas con las que compartí sala peinaban canas y dignidad. Más de uno no pudo reprimir sus insultos hacia los personajes más detestables de la trama. Salieron del cine con los ojos rojos y el corazón encogido. La memoria histórica en pleno centro comercial y la impotencia del que sabe que, en la ficción y en la vida, ganan los malos.

Ayer se cumplió un mes desde que escribí mi último artículo en Ideas Efímeras. Si no me equivoco, es el periodo más largo sin actualizar este blog y me muero de remordimientos.

No ha sido una decisión premeditada. Me he pasado todos los días por aquí, aunque sin la motivación suficiente como para lanzarme a opinar sobre los temas que me interesan. Y todo esto, sorprendentemente, en un momento en el que sobran cuestiones a las que dedicar mi tiempo.

Me sigue interesando la política, aunque no me he ocupado del fin de la campaña electoral y de los no tan sorprendentes resultados en las elecciones autonómicas y municipales del pasado 22 de mayo. Me podría haber ocupado de las «primarias» del PSOE o de la llegada al poder en Cantabria de Ignacio Diego.

Un poco más farragoso pero también interesante hubiera sido comentar la situación de Grecia, un país acosado por la Unión Europea y por un Fondo Monetario Internacional que ha tenido que cambiar de director gerente porque, supuestamente, el «socialista» francés Dominique Strauss Kahn no supo «controlar sus impulsos».

Las movilizaciones ciudadanas que se han producido en España desde el 15-M y que se siguen extendiendo cuentan con mi simpatía y con mi apoyo, de momento, incondicional.

Me preocupa el Racing de Santander, he disfrutado con el sexto Roland Garros para Rafa Nadal y con el segundo Giro de Italia para Alberto Contador. Reconozco que la cuarta Champions League para el Barcelona de Guardiona me motiva un poco menos.

Música, cine, televisión o redes sociales. Ni la mal llamada crisis de los pepinos me ha hecho saltar del sillón para salir de mi ostracismo.

Y lo hago hoy, en la jornada en la que se conoce al nuevo Ejecutivo autonómico de la tierruca y en la que se celebra el Debate sobre el Estado de la Nación porque estoy HARTO de una nueva «moda». Me he cansado de oír hablar de la maldita austeridad.

Y es que esta palabra se ha impuesto en el vocabulario actual. Ahora todo es austero: las tomas de posesión, los gobiernos, las medidas económicas, los discursos, el catering… Hablan tanto de la austeridad que han desgastado el término, lo han vaciado de contenido y se ha convertido en un concepto absolutamente estéril.

Para la RAE, ser austero significa «ajustarse a las normas de la moral, ser sobrio, sencillo y sin ninguna clase de alardes», pero también en el diccionario leemos que la austeridad es «una mortificación de los sentidos y de las pasiones, algo agrio,  áspero al gusto, mortificado y penitente».

Que no nos engañen. La buena administración de los recursos públicos es una obligación para la clase política. Encontrar las soluciones a nuestros problemas y no generarnos más de los que ya tenemos es su trabajo.

No podemos pagar sus errores.

Acabó ayer una semana nefasta, en lo personal y en lo profesional. Una semana cargada de malas noticias. Una semana ni santa, ni leches, y en la que mi actitud ha estado muy cercana a la escena que podéis ver en el vídeo que acompaña este artículo.

Un fragmento de la película ‘Network’, que sirvió de cierre para el taller ‘Construcción de Redes Sociales a través de la Web 2.0’ y que impartió Juan José Cacho dentro de la programación de la Escuela de Jóvenes Líderes para el Cambio.

Una cinta grabada en 1976, cargada de premios, y que se ajusta como un guante a lo que estamos viviendo hoy en día. Muy en la línea de dos fenómenos literarios entrelazados.

Hablo por un lado de ese audaz ‘¡Indignaos!, escrito por el venerable diplomático francés de 93 años Stéphane Hessel, y que se ha convertido en un alegato de movilización destinado a la juventud, que insta a abandonar la indiferencia en estos tiempos adversos.

Hessel se muestra indignado por la absoluta decadencia actual, se pregunta cómo es posible que con las circunstancias del pasado, tras la Segunda Guerra Mundial, se pudiera crear una sociedad relativamente justa a pesar de la precariedad, y hoy, con la abundancia actual, tengamos que tolerar cambios que reducen y tiran por tierra el bienestar obtenido en tiempos mucho más adversos.

Dice, con razón, que Europa está abandonando cobardemente los sólidos principios conseguidos para conciliar la libertad y la igualdad, la economía y una sociedad justa. En esta situación, la ciudadanía no debe callar, la casta política no está a la altura de las necesidades actuales, opina.

El otro libro al que quería hacer mención es ‘Reacciona. 10 razones por las que debes actuar frente a la crisis económica, política y social.

Está prologado por Hessel, y en sus casi 180 páginas leemos las reflexiones de un grupo heterogéneo de profesionales de distintos ámbitos de la vida pública de nuestro país, como son José Luis Sampedro, Javier Pérez de Albéniz, Javier López Facal, Carlos Martínez, Ignacio Escolar, Rosa María Artal, Àngels Martínez i Castells, Juan Torres López, Baltasar Garzón, Federico Mayor Zaragoza, o Lourdes Lucía.

La idea común es la necesidad de tomar postura y actuar, de concienciarnos y despertar. Todavía hay esperanza, dicen, hay soluciones. Defienden que una ciudadanía informada y responsable puede impedir los atropellos. Todos con un mismo rumbo, eso sí, con un objetivo claro: defender la dignidad, la democracia y el bien común.

Ha llegado el momento. El primer paso es reaccionar.

Aprovecharé esta semana de vacaciones «forzosas» para ponerme manos a la obra.