La ministra Fátima Báñez se encomendó este verano a la virgen del Rocío para “crear empleo y salir de la crisis” y parece que su ruego fue escuchado, porque la responsable de uno de los departamentos más sensibles en un país con casi seis millones de parados ya comienza a ver la luz al final del túnel. Quizá también haya resultado de ayuda la intervención del ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz, que solicitó al Papa recientemente que “rece por España”. Lo decía Mariano Rajoy cuando estaba en la oposición: “Formaré un Gobierno como dios manda”. Dicho y hecho. No todo son promesas incumplidas.
Y es que cada uno puede creer en lo que quiera, salvo que sea ministro y sus creencias le dejen constantemente en ridículo. Los ciudadanos podemos depositar nuestras esperanzas en quien nos plazca. Incluso, podemos creer en Cristóbal Montoro y confiar en que “los presupuestos más sociales de la democracia” resuelvan todos nuestros problemas. Podemos creer que el estado destinará el año que viene 63 de cada 100 eurosa gasto social o podemos poner en duda esos datos.
Un lego en economía no entiende que unas cuentas tan positivas para España, según el ministro de Hacienda, conviertan al de Sanidad en el Ministerio más perjudicado en la partida de los Presupuestos Generales del Estado de 2013, con una caída en su dotación de un 22,6% respecto al año anterior. O que la partida destinada a Educación para 2013 sea un 14,4% menor que en el ejercicio de 2012. Otros fondos, como los destinados a la prevención integral de la violencia de género, descienden su cuantía en un 6,8%. Podemos creernos lo que queramos, pero la contabilidad creativa pasó de moda y todo el mundo puede comprobar con sus propios ojos lo que nos espera.
Podemos hacernos trampas al solitario, pero “lo social” sería reducir las cifras del paro y asegurar la asistencia universal y gratuita de todos los ciudadanos a la Sanidad y a la Educación, por ejemplo. O garantizar que las mujeres que viven un auténtico infierno en su propio hogar tengan la libertad y las garantías suficientes para poner remedio a su situación.
Según los últimos registros oficiales, son 38 las mujeres que han perdido la vida este 2012 asesinadas por sus parejas y, en el 85% de los casos, no habían denunciado su situación. Llegará el 25 de noviembre, Día Internacional contra la Violencia de Género, y todo serán homenajes y palabras bonitas. Bonitas, sí. Y vacías también. Porque tal vez tengamos que dejarnos de hablar de macroeconomía, del pago de la deuda o del dichoso déficit y poner cara a las personas que se encuentran con el abismo a sus pies.