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Enrique Meneses

Enrique Meneses solo viajaba con billete de ida cuando emprendía sus viajes. Lamentablemente, también en esta ocasión será así. Enemigo del tiempo, nunca quiso comprometer una fecha de regreso cuando se lanzaba en busca de aventuras e historias que narrar. Su modo de proceder es, y seguirá siendo, todo un tratado de Periodismo. Sin importar los soportes o la tecnología a su alcance, su máxima preocupación siempre fue la misma: “Ir, ver, anotar, grabar, volver y contarlo”.

Con esos conceptos claros, con la mayor humildad, con una memoria prodigiosa, un olfato inigualable, una visión única, una trayectoria envidiable y una pasión por su trabajo que no tenía límites, Enrique Meneses hizo de su profesión un ejemplo de vida, dedicación y periodismo en las venas. Fuerte con los fuertes y débil con los débiles. Accesible, respetuoso, entusiasta. Un loco que se ha divertido en este mundo y considera que vivir es lo más bonito que hay.

El mejor legado de un fotoperiodista con su experiencia es su trabajo, las imágenes que quedarán en el recuerdo de todos. Capaz de adaptarse a todas las circunstancias, de aprender cada día, de mantener los ojos abiertos, de convertirse en un bloguero de referencia a sus más de 80 años. Un reportero de otra época, siempre dispuesto a situarse en la vanguardia con proyectos innovadores y comprometidos, un profesional al que admiran y rinden homenaje algunos de los mejores periodistas de nuestro país, como Gervasio Sánchez o Ramón Lobo.

Nunca quiso dar consejos y nunca se dejó llamar maestro, lo que no evita que podamos seguir aprendiendo de su bagaje gracias a los documentales ‘Oxígeno para vivir. Periodismo de la generación Magnum a la 2.0’ o ‘Cien miradas de Enrique Meneses’, cintas imprescindibles para cualquier persona que quiera ganarse la vida contando historias. Tituló sus memorias ‘Hasta aquí hemos llegado’. No lo creo. Demostró con creces que Enrique Meneses nunca se rinde, ni siquiera muerto.

Artículo publicado en Vía52.

FidelCastro-RaúlCastro-EnriqueMeneses

Gervasio Sánchez denunció durante la entrega de los Premios Ortega y Gasset de Periodismo en mayo de 2008 la hipocresía y la doble moral de los sucesivos gobiernos españoles desde la llegada de la democracia con respecto a la venta de armas a países en guerra y solicitó que se pusiera fin a unas acciones comerciales que convierten a nuestro país, según sus palabras, en un “exportador de la muerte”.

Un duro discurso del fotoperiodista ante una clase política, económica y social que, una vez más, miró hacia otro lado. Los negocios son los negocios y, hasta diciembre de 2011, España facturó la nada despreciable cifra de 2.400 millones de euros con la venta de armas. No parece que el ejercicio en curso vaya a sufrir las consecuencias de la crisis, ya que en los primeros meses de 2012 se aprobó la venta de carros de combate a Arabia Saudí por valor de 3.000 millones.

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, situó al frente del Ministerio de Defensa a Pedro Morenés, que parece saber cómo funciona el mercado. De hecho, formó parte del Consejo de Administración de la empresa armamentística Instalaza, famosa después de que las fuerzas leales al dictador libio Muamar el Gadafi usaran sus bombas de racimo MAT-120 en el asedio a la ciudad de Misrata, según las evidencias recogidas por un reportero de The New York Times y por la organización internacional Human Rights Watch.

Mientras, la deuda contraída por el Gobierno de España con la industria de Defensa alcanzará el año que viene los 32.000 millones de euros. Pagaremos más en aviones, helicópteros, tanques, buques, misiles o submarinos que las cantidades reservadas para las prestaciones por desempleo en 2013 y casi el doble de lo que recauda el Estado con el impuesto de sociedades.

La innovación, los avances tecnológicos, los puestos de trabajo, las cuentas de resultados en positivo o la contribución al PIB frente a la destrucción y la muerte. La moral y la ética no suelen tener cabida en los asuntos de Estado.

El Ministerio de la Paz del que escribe George Orwell en 1984 se encargaba de la guerra y se esforzaba en conseguir que la contienda sea permanente, incluso con enemigos imaginarios. Solo nos falta un Ministerio del Amor, un Ministerio de la Abundancia y un Ministerio de la Verdad para disfrutar de la sociedad orwelliana al completo. La neolengua, sin embargo, funciona desde hace tiempo.

Para combatirla, para analizar la realidad del gasto en Defensa en España, para valorar la importancia de nuestras Fuerzas Armadas, para conocer en profundidad los medios con los que cuentan nuestros soldados o el desembolso que generan las misiones internacionales en las que participamos, en Vía52 proponemos rigor, periodismo y datos.

Artículo publicado en Vía52.

Cuando leo las crónicas que los corresponsales españoles mandan desde Túnez, Egipto, Irán, China, Libia, o Japón, más recientemente, entiendo el nivel del Periodismo en España: Los buenos están fuera. Los malos nos quedamos aquí, muriéndonos de envidia.

En varias ocasiones he escrito sobre Enric González o sobre Gervasio Sánchez, dos referentes. Es imperdonable que a estas alturas no lo haya hecho de Manu Leguineche, el padre de todos los corresponsables españoles, o de Ryszard Kapuściński, el gurú del periodismo de trinchera.

Pensando en todo esto me he acordado de un libro que se titula ‘Seguiremos informando, y que tal y como explica en el inicio, recopila a lo largo de sus páginas, historias, crónicas o reportajes elaborados por periodistas apasionados con lo que hacen, enamorados de su profesión, poniendo todos sus sentidos y absorbiendo cada instante, por muy crudo y peligroso que sea, para trasladárselo a lectores, oyentes o telespectadores.

Dicen con acierto que estos profesionales del medio tienen en común el haber sido ganadores del Premio de Periodismo en memoria de Cirilo Rodríguez, y sobre todo, que aunque quizá no estén todos, la representación es extraordinaria, y con la idea común de que con el trabajo que han elegido están defendiendo la esencia del Periodismo.

Además de alguno de los mencionados, en este libro se pueden leer textos magníficos escritos por Rosa María Calaf, Evaristo Canete, Fernando Jaúregui, Ander Landaburu, Enrique Meneses, Arturo Pérez-Reverte, Javier del Pino o Fran Sevilla.

Para tenerlo en la mesita y repasarlo cada poco tiempo.

Lo mejor de todo: Que sigan informando.

Territorio saharahui

Conocí a Gervasio Sánchez hace seis años, en un seminario sobre periodistas y terrorismo organizado por la Universidad del País Vasco. A partir de ese día, comencé a seguir su carrera porque me dejó impactado con su intervención: cruda, pero cargada de datos que ponían los pelos de punta a cualquiera con un poco de sensibilidad.

Es un periodista implicado con lo que cuenta, que no deja sus historias hasta que éstas no tengan un final, aunque no sea feliz. Como ejemplo, las guerras olvidadas o los niños-soldado.

Ahora, mientras escribo, escucho una tertulia de la Cadena SER en la que participa como invitado. Con él están otros profesionales como Juan Pedro Valentín, y hablan de la libertad de expresión después de que un equipo de Hora 25 haya conseguido llegar a El Aaiún para informar del conflicto que Marruecos intenta ocultar.

Nicolás Castellano, Ángel Cabrera y Angels Barceló están retenidos por la policía marroquí, a la espera de que les tomen declaración. Por informar, repito. Mis felicitaciones por su trabajo. Se han convertido en noticia por méritos propios. De nuevo, un periodista como protagonista de la información, en contra de su voluntad, por supuesto.

De todas formas, coincido en el análisis de Gervasio Sánchez. Dice que solo nos acordamos del Sáhara en ocasiones contadas. ¿Alguien habla ahora de Aminetu Haidar? ¿Y de Haití? Son dos ejemplos. Los medios ponen de moda un conflicto y lo olvidan una vez «rentabilizado».

Que se me entienda bien. Creo que la SER ha hecho estos días un gran trabajo, pero si hoy no llega a estar Gervasio Sánchez en la tertulia para ejercer de ‘Pepito Grillo’, la charla se hubiera convertido en autobombo, puro y duro. Qué buenos, qué guapos y qué listos somos.

Espero que, cuanto antes, el equipo de la SER desplazado al Sáhara pueda realizar su trabajo en libertad, que podamos conocer lo que está ocurriendo. Que nos expliquen lo que están sufriendo los saharahuis. Y también espero que TODOS reflexionemos sobre la cobertura que se le da a este conflicto.

Y ya que estoy pidiendo, también me gustaría ver más a menudo a Gervasio Sánchez en los medios nacionales, aunque sea un periodista incómodo para los poderosos…

*****ACTUALIZACIÓN: Finalmente, los periodistas de la Cadena SER fueron expulsados del Sáhara por las autoridades marroquíes. No pudieron desempeñar su trabajo. Fueron acusados de entrar en el país de manera ilegal. Mientras el conflicto en El Aaiún continúa, los medios de comunicación españoles no pueden informar desde el foco principal de la noticia. El Gobierno de Marruecos acusa a la prensa española de utilizar  «procedimientos engañosos, técnicas innobles, manipulaciones abyectas y  montajes inmundos». El Ejecutivo de Zapatero calla, por tanto, otorga.