Archivos para 12 noviembre, 2011

Berlusconi_Dimisión

Italia es un país fantástico. Sus ciudadanos son orgullosos, capaces, elegantes, divertidos, histriónicos y anárquicos. Pasear por Roma produce tal cantidad de sensaciones que se hace necesario sentarse de vez en cuando a mirar lo que pasa por delante de tus ojos. A observar sus edificios, sus plazas, su cultura, su pasado. Tal vez por todo eso, los italianos han adoptado una actitud ante la vida muy de película, que les ha hecho permanecer indiferentes al drama que se cernía sobre las instituciones que deciden su futuro.

Si hay un país en el que la clase política esté desprestigiada, ese es Italia. El populismo y la demagogia de Silvio Berlusconi hizo el resto. Los ecos del Imperio o el esplendor del Renacimiento quedan muy lejos como para vivir de los réditos. Los italianos pensaban que cuando nada funciona, pocas cosas pueden ir peor. Ya no queda nada que celebrar.

Que Il Cavaliere salga de la primera línea de la política es una magnífica noticia. Para Italia y para todo aquel que tenga dos dedos de frente. Lo preocupante, una vez más, es que la dimisión de Berlusconi y el fin de su mandato no ha sido decidido por los ciudadanos. Los escándalos, la corrupción, los jueces, su mal Gobierno o sus salidas de tono constantes no han sido el detonante (o no el único) de lo que hoy pasa en Roma. ‘Don Silvio’ tiene dinero y recursos. Ha superado a lo largo de su trayectoria política y empresarial cientos de dificultades. Hasta esta semana.

Ahora no lo echan los italianos, que han podido (y debido hacerlo) en multitud de ocasiones. Berlusconi dimite por la presión de los ‘mercados’, ese concepto abstracto que ha llegado para quedarse, y del que hablamos con miedo y reverencia, como sujeto principal de nuestras oraciones. La opción que en estos momentos suena con más fuerza para la era post-Berlusconi es la formación de un Gobierno técnico, y el nombre que se baraja para liderar el nuevo Ejecutivo es el del economista Mario Monti.

Los ejemplos de Grecia o Italia nos demuestran que la presión internacional y las decisiones que se toman en el G-20, el Fondo Monetario Internacional o la Comisión Europea son absolutamente más trascendentes que la opinión de los ciudadanos. Nos dirigimos hacia un puñado de gobiernos dirigidos por tecnócratas que no se han enfrentado a las urnas, sino que han sido puestos a dedo para hacerse cargo del desastre económico al que nos enfrentamos.

Empezamos con la idea de «reformular» el capitalismo, (de la que todavía me estoy riendo), y nos encontramos ahora con que las únicas medidas que se pueden tomar son las de recortar derechos adquiridos y apretar aún más el cinturón de los trabajadores. No hay más remedio, nos dicen. Mientras, ni una dimisión ni un cambio de escenario que impida que los desmanes que produjeron la crisis se vuelvan a repetir. Eso sí, que no se nos olvide que el 20 de noviembre todos los españoles debemos acudir a votar. Y ya podemos elegir bien, que si no, ya lo hará el Banco Central Europeo por nosotros.